MANIFIESTO

I. CONTRA LA SOBERBIA DE LOS SUPERIORES

Lo que diferencia de manera radical al Homo sapiens de todas las demás especies de animales no es el lenguaje, ni la capacidad de aprender o de establecer relaciones sociales. Esas facultades, y otras, también las tienen otros animales; aunque, quizás, en menor medida y, en estos aspectos, la distinción se establece simplemente en una cuestión de grado. Lo que diferencia realmente al Homo sapiens de las demás criaturas es el hecho de que es la única criatura que se maravilla de sí misma. No hay ninguna otra especie animal que se maraville de sí misma, ni siquiera en una medida ínfima.

Los sapiens tenemos la posibilidad de intentar explicarnos y, como no podemos, quedamos maravillados de nosotros mismos y de lo que somos capaces de hacer. Ello, más que causa de arrobamiento debería ser motivo de humildad. El hecho de que nos maravillemos de nuestro raciocinio, de nuestra conciencia, de nuestra inventiva, de nuestra moral y de nuestras facultades en general, tanto de las innatas como de las culturalmente adquiridas, es simplemente consecuencia de la incomprensión que padecemos sobre cómo es que somos capaces de hacer todo lo que hacemos. Esa es nuestra incomprensión constitutiva.

No hacemos filosofía, literatura, ciencia, arte o política porque seamos capaces de pensar, escribir, representar o legislar, sino precisamente porque no podemos entender cómo es que tenemos habilidades para todo ello. Pero, cuanto más pensamos y más preguntas creemos que nos respondemos es aún peor porque más espacios negros de ignorancia se descubren y el desconcierto va en aumento.

Y la incomprensión produce perplejidad y la perplejidad deviene admiración, fascinación y finalmente veneración y devoción. Por ello, construimos dioses y decimos que los dioses no se pueden explicar, sencillamente porque nosotros mismos no nos podemos explicar y nos vemos como un misterio insondable. Un misterio divinizado. Por ello, nos sentimos con el derecho a someter a las otras especies de animales, de plantas, de elementos de la naturaleza, al planeta entero y a todo lo que nos pueda rodear. De tanta maravilla y embelesamiento que nos provocamos.

Contra todo ello, sólo disponemos de un paliativo que nos resitúa. Ese paliativo es una actitud vital que se manifiesta en la comicidad, en la sátira, en la ironía, en el absurdo, en lo grotesco, en lo rematadamente disparatado. Esa es la contraparte para hacernos descender de los reinos de los dioses donde nos hemos instalado y constituirnos como seres humildes que respetan a los demás seres. Esa es la actitud burlona que los humanos que queremos ser solidarios con aquello que no somos nosotros mismos deberíamos cultivar. Por encima de cualquier otra. Y, por ello, mi discurso nace de este presupuesto fundamental.

II. OBRA DE ARTE  1/1

La producción y distribución de obras de arte se ha realizado tradicionalmente de dos maneras distintas.

La primera consiste en la creación de una obra única, no reproducible en su materialidad singular y que se contempla y circula como una excepcionalidad que no existe más allá de sí misma. Esto le otorga lo que Walter Benjamin denominaba: el aura.

La segunda consiste en la creación y reproducción de una serie limitada de ejemplares de una obra a través de técnicas tradicionales, como la litografía o la serigrafía. Ello hace que la obra exista encarnada en una serie finita de casos y cada uno de ellos es numerado y firmado por el autor para potenciar su garantía de autenticidad. Así, según la cantidad de ejemplares y el número que le corresponde a cada uno, dentro de la serie, cada ejemplar está marcado con numeraciones del tipo 56/3000, 90/15, etc.

El modelo de producción y distribución de obras de arte del tipo 1/1, que aquí presento, significa que cada obra es única y, por lo tanto, no puede existir como auténtica más allá de sí misma. Sin embargo, esta obra única, forma parte de una serie de obras, más o menos similares o diferentes, que poseen una misma matriz generadora.

En este caso, se articulan los principios de la obra única y de la serie. Quien posea una obra 1/1 sabe que dicha obra sólo es suya y se le garantiza que nadie más la posee, en tanto que materialidad singular.  Pero, sabe también que forma parte de una comunidad de personas que poseen otras obras únicas de una misma serie.

Todo ello supone un uso específico de las tecnologías de producción gráfica digital. Estas tecnologías posibilitan, a partir de un modelo, introducir variaciones en torno al color, la textura visual, las formas, la escala, la composición, etc. Cada variación se realiza por medio de un trabajo creativo de exploración y experimentación plásticas, a partir de las posibilidades que ofrecen algunas de tales tecnologías digitales.

III. EL ARTE DE LO CONTINGENTE

La generación, a partir de un modelo, de una serie más o menos amplia de variaciones y de obras únicas, hace que cada variación, cada obra única, pueda ser considerada de una manera muy especial.

Cada obra existe como una posibilidad generada a partir de un modelo, pero de dicho modelo podrían haberse originado otras variaciones y no las que efectivamente se han producido. Las posibilidades de generación son incalculables y se despliegan en un sistema arbóreo sin fin.  Por ello cada obra única efectivamente es, pero podía no haber sido. Es una obra de arte contingente, existe, pero podía no haber existido.

La obra de arte contingente pone en primer plano la contingencia de toda la realidad. Todo lo que es, es, pero podía no haber sido. Cada persona realmente existente sabe que un cúmulo de conexiones al azar hicieron que naciera, creciera y que ahora sea lo que ha acabado siendo. Pero, cada persona es una posibilidad entre infinitas que no se han hecho realidad, también por puro azar.

Las personas que existimos, y que existieron, somos todas un hecho imprevisible y eso nos confiere alguna dignidad. Pero también, las personas que existimos, y que existieron, podíamos no haber sido y ello relativiza nuestro valor y nos muestra como algo sustituible, accesorio, circunstancial, como algo frente a lo que debemos tomar distancia irónica y contemplarnos con humor e, incluso, de una manera sarcástica. 

Las obras de arte 1/1 nos hablan de nuestra contingencia y de la contingencia de todo. Por ello, las obras 1/1 nos deben colocar con una actitud muy especial frente a nosotros mismos y frente al mundo, una actitud que juega entre el respeto y la burla. Las obras de arte 1/1 apuntan a una filosofía de vida que articula el sentido de trascendencia y la conciencia de la banalidad de las personas, de sus acciones, de sus obras y de sus legados.

IV. UNA CREATIVIDAD ORGÁNICA

Dentro de una serie de obras, pueden aparecer constantemente casos nuevos diferentes a los ya generados, pero no puede aparecer cualquier cosa. Entre los diferentes ejemplares de una serie, debe existir algún tipo de semejanza que haga que las reconozcamos como casos de una misma clase general. Para cada serie, existe una matriz generadora que permite que cada obra sea distinta y, a la vez, semejante a todas las demás de la misma serie.

De igual forma, el ADN de cada especie, por ejemplo de los Homo sapiens, hace que cada miembro de la especie, cada humano, pueda ser distinto a todos los demás, pero que a la vez pueda ser reconocido como perteneciente a la especie humana. En ocasiones se producen mutaciones súbitas o graduales y, entonces, aparece una nueva matriz generadora y por tanto una nueva serie de obras, tal como también ocurre en las especies animales o vegetales.

En cada obra de una serie se introducen pequeñas variaciones plásticas; pero un cúmulo de ellas, o una nueva idea disruptiva a partir de lo hasta entonces generado, puede dar lugar a algo que ya se puede reconocer como la inauguración de una nueva serie. Por ello se puede hablar de un proceso de creatividad orgánica.

En una serie de obras únicas no existe la obra primigenia, ni siquiera la obra modelo. No hay un ejemplar que esté por encima de los demás. La obra modelo, la representación prototípica de todas las obras posibles de una serie es un intangible, sería una obra ideal, nunca realmente producible, que contendría las características que más y mejor definen la especificidad de todas las obras realizadas y posibles de la serie.

En consecuencia, todo arte es primariamente conceptual y por ello los tipos de obras 1/1 nos muestran que inevitablemente toda creatividad es orgánica. Todo arte es siempre conceptual puesto que, antes de cualquier otra cosa, es una variación o una versión de un modelo idealizado y nunca materializado. 

V. LAS TÉCNICAS DIGITALES Y EL DOBLE SIMULACRO

Las técnicas digitales de creación de imágenes permiten establecer un primer nivel de simulacro que es habitual en todo tipo de técnicas de producción de imágenes: aquel nivel figurativo en el que se constituye una representación de un objeto, de un mundo real o imaginario, un mueble, un cuerpo, un espacio natural, etc.; sin embargo, las técnicas digitales presentan la posibilidad de un segundo nivel de simulacro: la representación de la propia materialidad de la obra. 

La construcción, con pixeles, de una textura visual puede representar una textura de sensorialidad táctil y, en consecuencia, también, algún tipo de materia y son materias que, en unas ocasiones, parecen referir a otras formas conocidas de producción de imágenes y, en otras, no poseen referentes en la realidad conocida.

El principio del doble simulacro es una base sobre la que puede experimentarse generando nuevas texturas visuales y nuevas formas de representar la materialidad de la obra.

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